La vida adulta, si bien nos da muchas libertades, también, desafortunadamente, conlleva un cúmulo de responsabilidades y obligaciones. Una de ellas y que, frecuentemente es de las que más confusión y, por ende, más temor nos genera, es la que concierne al tema de la incorporación al SAT, y todo lo que implica nuestra nueva relación con los impuestos. Apenas comenzamos nuestra vida como adultos y con ello empezamos a ganar un poco de dinero y a tener nuestro primer trabajo formal y, enseguida se nos comienza a bombardear con una cascada de información con todo lo relativo al catálogo de responsabilidades con las que tenemos que cumplir. Y entre ellas destaca sin duda, las muchas veces incomprensible incorporación al SAT. Sin embargo, ¿cuándo es necesario incorporarse al SAT? Esta es la pregunta que ronda por la cabeza de muchos jóvenes y personas que andan despistadas en el mundo laboral y haciendo sus pininos en diversos horizontes del mercado.
¿Qué sucede al incorporarse al SAT?
Pues bien, sería bueno empezar a decir que a partir de la incorporación al SAT devienen muchas más cosas a favor que en contra. Entre ellas está que los negocios y prestadores de servicio o, profesionales independientes, tienen un acceso a un mercado mucho más amplio y mejor pagado. ¿Qué significa esto? El mercado laboral con mayores opciones de capital trabaja en el régimen formal, es decir, están incorporados al SAT. Y esto implica que deducen y pagan impuestos. En virtud de ello, estos negocios a la hora de consumir, contratar o comprar productos, requieren facturas. Entonces, si tú como negocio estás incorporado al SAT, no tienes ningún problema para cumplir con ese requisito. Estar en el régimen formal te brinda la oportunidad de tener acceso a postularte a mejores contratos con empresas y contratistas. En consecuencia, esto genera mejores ingresos para tu empresa o negocio.
Además, en la actualidad, uno debe ser consciente de algo fundamental: el mundo va hacia la digitalización. Esto implica que los negocios, tiendas y en general el mercado, vayan con ese mismo rumbo, por ende, precisan de una formalización en sus procedimientos; por ejemplo hoy en día las grandes empresas hacen pagos por transferencia, cheque o depósitos, ya es poco frecuente que se pague en efectivo. Y esto es así porque el mercado formal, que es a donde todo emprendedor desea llegar, trabaja incorporado al SAT, de tal suerte que para trascender de manera importante, la incorporación al SAT resulta incluso un beneficio para el mundo de la inversión con futuro.
Otro de los incentivos de estar incorporado al SAT es que, si tú empezaste un negocio y quieres expandirlo, y para ello necesitas un crédito, las instituciones bancarias accederán con mayor facilidad a dártelo si eres parte del SAT, ya que las instituciones bancarias precisan de tu RFC para facilitarte ese préstamo que necesitas. Del mismo modo, si en algún momento tú vendes una casa y ésta se compra mediante crédito INFONAVIT, también es necesario tu RFC.
Pero, ¿qué pasa si no lo hago?
Esta es una decisión que cada uno debe tomar, aunque, si lo analizamos moralmente, es obligación de todos los mexicanos declarar y pagar impuestos. Esto deviene en mejores servicios sociales; mejor seguridad pública, mejor seguridad social, mejores vialidades, y una serie de cosas cuya realización fáctica dependen de la recaudación fiscal. De ahí la importancia social y colectiva de ser honestos a la hora de hacer nuestras declaraciones.
Ahora, si tú ya comenzaste un negocio y el SAT advierte que estás percibiendo ingresos sin pagar impuestos, están en el derecho y la obligación de imponerte alguna sanción además de “invitarte” a regularizar tu situación fiscal. Ahora, ¿qué pasa si tú ya tienes un negocio desde hace tiempo y quieres incorporarte al SAT?, ¿también van a multarte? No, si tú decides incorporarte al SAT aunque percibas ingresos de tu negocio desde hace tiempo, el SAT no te multa ni te cobra impuestos por lo que hayas percibido en el pasado. Esta es realmente una invitación cordial a incorporarte y regular tu situación.
¿Tiene algún costo incorporarte?
No, la incorporación al régimen fiscal no tiene costo. Uno asiste a las oficinas del SAT y sólo es necesario tener lista tu CURP y una USB, así como un comprobante de domicilio. Lo único que genera costo es, dependiendo del régimen decidas adoptar, sería el acta constitutiva (para personas morales) que, a su vez, se tramita en una Notaría. De manera que las muchas veces temida incorporación del SAT es mucho más sencilla de lo que se podría creer. Sin embargo, nunca está de más contar con la asesoría cercana de algún profesional contable.
¿A qué régimen debes afiliarte?
Eso dependerá de la definición exacta de tus actividades. De cómo te manejes en el mercado y cuál es tu pretensión en él. Para elegir correctamente tu categoría, es recomendable asistir con un contador o un abogado fiscal, para que te asesoren correctamente. Incluso en las oficinas del SAT, existe la posibilidad de que, de manera presencial o por teléfono o bien, online, recibas asesoría sobre a qué régimen debes afiliarte. La información es importante para que así tú puedas conocer tus derechos y obligaciones como contribuyente. Y pertenecer a un régimen o a otro no te limita a prestar servicios sólo a un determinado tipo de cliente, pero si te obliga a conocer cuáles son tus posibilidades dentro del régimen.
En conclusión, podríamos sugerir que el mejor momento para afiliarte al SAT, es cuando empiezas un negocio. Además de los otros motivos que ya mencionamos, cuando tú empiezas un negocio, regularmente se hacen muchos gastos, entonces si estás ya incorporado al SAT, éstos pueden deducirse y generar saldo a favor en tus declaraciones de impuestos. Además, un negocio que está incorporado al SAT brinda mucha más confianza. Permite prestar un servicio íntegro y de mejor calidad.