¿Cómo evitar que una I.A. me desplace como contador?
Los contadores que están preocupados por ser sustituidos por una I.A., lo están porque han visto la posibilidad real de que esto suceda.
La I.A. cada vez tiene muchas más aplicaciones y aunque muchos insisten en que generará nuevos empleos, estos serán distintos de los que conocemos hoy. Lo que es cierto es que la I.A. viene a transformar todo el panorama laboral y nuestra profesión como contadores no es la excepción. Si una I.A. puede organizar y analizar datos, ¿qué queda por hacer en la rama de la contabilidad para no ser completamente desplazados? En este artículo exploramos algunas de las posibilidades para seguir creciendo como contadores de la mano de la I.A.
El problema está en la repetición
Los contadores que están preocupados por ser sustituidos por una I.A., lo están porque han visto la posibilidad real de que esto suceda. Puede ser que en el área contable de la empresa hayan recortado personal al requerir menos contadores para tareas básicas o que en el despacho algunos clientes hayan optado por una I.A. para llevar su contabilidad en lugar de seguir pagando por el servicio a los licenciados. Sin embargo, en estos escenarios hay muchos matices que convienen revisar.
Por un lado, aunque la I.A. ya es una realidad, hay que recordar que a la vez que va ganando terreno hacen falta muchas regulaciones para asegurar su uso ético en cuanto a manejo de datos, por ello muchos programas prometen mucho, pero al alto costo de beneficiarse de nuestra información personal. A su vez, aunque muchas I.A. ya pueden ser un apoyo para las tareas contables son pocas aquellas que integran todas las herramientas necesarias para hacer todas las labores de un contador. Es decir, habría que invertir en varios programas con licencias de buena reputación en lugar de pagar a un contador.
Ahora bien, no son sólo estos obstáculos los que aun mantendrán nuestra profesión vigente. En realidad, la I.A. lo que vendrá a reemplazar son las tareas repetitivas. Por ejemplo, revisar una por una las facturas de ingresos y egresos. Así que lo primero que deberíamos de revisar de nuestra propia práctica contable es cuánto tiempo estamos dedicando a acciones repetitivas, pues son esas las que pasaran ser tareas de la inteligencia artificial. Habría que medir en porcentaje qué tanto de nuestro tiempo empleamos en este tipo de tareas y tratar de reducirlo, de ser posible empezando a implementar nosotros mismos la I.A.
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Si vamos a utilizar I.A. para el grueso de nuestras tareas repetitivas, ¿qué nos queda por hacer como contadores? El tiempo que liberemos al implementar I.A. en nuestras tareas más repetitivas debemos de aprovecharlo para aportar algo nuevo a nuestra práctica contable. Es en este “plus” en el que podremos conservar nuestra profesión por muchos años.
Si antes el servicio contable implicaba mantener la contabilidad en orden e indicarle al cliente cuánto debía de pagar de impuestos al mes, ahora debemos de pensar más allá. Como contadores no solamente sabemos ejecutar las operaciones matemáticas de un balance, también conocemos la ley, estamos al tanto de todo lo que concierne al SAT y tenemos la experiencia de atender a varios clientes. ¿Qué podemos aportar con todo ese conocimiento? Podemos guiar de manera mucho más certera al cliente, podemos anteceder cuando algo va a derivar en un problema con la autoridad, podemos señalar proyecciones a futuro… Poner a trabajar la capacidad de análisis humana es el mejor camino para agregar valor a nuestra práctica contable.
Pasa de lo operativo a lo propositivo
Cuando analizamos la información que nos aporta la I.A. y la sumamos a nuestros conocimientos como contadores es cuando podemos hacer propuestas valiosas a nuestros clientes. Una I.A. puede analizar datos, decirnos si estamos cerca de gastar más de lo que ganamos, si falta una factura, incluso puede plantear un escenario futuro. Sin embargo, a toda la información que aporta la I.A. le hace falta el contexto concreto humano y sobre todo el particular de nuestro cliente. Quizás la I.A. enciende una alarma por un gasto excesivo y sugiere que no se gaste más en los próximos meses. Sin embargo, nosotros sabemos que nuestro cliente hizo una inversión en maquinaria y entendemos que ese no será un gasto recurrente, es más sabemos que le va a redituar a futuro. Allí es cuando nuestra humanidad es más valiosa que las capacidades de la I.A., es lo que realmente nos ayuda a ser críticos y seleccionar sólo aquella información que es relevante para el cliente.
Siguiendo en el mismo ejemplo, podríamos entonces utilizar la I.A. para plantear un escenario a futuro mucho más concreto en el que le pidamos a la I.A. describir en cuánto tiempo se recuperará esa inversión y cuántos nuevos compradores podrá atraer nuestro cliente. Por otro lado, también con ayuda de una herramienta I.A. podemos asegurar que no se nos pase deducir ningún gasto derivado de la compra de ese equipo. Así estaremos usando la I.A. de manera correcta para fortalecer nuestra profesión en lugar de sustituirla.
Proponer escenarios al cliente y próximas acciones que podría tomar hace que pasemos de hacer lo mismo que una I.A. a darle un servicio personalizado al cliente que no puede obtener propiamente de un programa computacional. Además, si nosotros mismos sabemos manejar un amplio abanico de herramientas I.A. contables le restamos al cliente el peso de tener que aprender a usar él mismo dicha tecnología, podrá confiar en que su contador es más que competente en todas las herramientas I.A. disponibles para darle la mejor asesoría posible.
No dejes de utilizar la I.A.
Precisamente para poder añadir a nuestra propuesta de valor y pasar de lo repetitivo a lo propositivo, no podemos dejar de educarnos en lo que respecta a I.A. No basta con escuchar en las noticias cuál es la nueva tecnología de moda, hay que estar dispuestos a experimentar con las herramientas a nuestro alcance y comenzar a buscarles su sitio en nuestra práctica diaria.
Es importante recordar que debemos de hacerlo con mucho cuidado. Bajo ningún motivo debemos de saltarnos los avisos de privacidad para saber qué se hará con nuestros datos o con las preguntas y escenarios que planteemos a la I.A. para resolver. Pero una vez que estemos seguros de que estamos usando programas de confianza hay que empezar a utilizarlos. Podemos comenzar con un generador automático de emails, quizás con alguna herramienta I.A. de nuestro ERP que organice datos de forma automática en la contabilidad… Las posibilidades son infinitas.
Poco a poco debemos de ampliar nuestras habilidades con la tecnología, reducir nuestro miedo generado por el desconocimiento y aventurarnos en nuevos horizontes de la mano de la I.A.
Conclusión: Pierde el miedo y gana confianza
Aunque la I.A. puede sustituir muchos procesos repetitivos del trabajo contable esto no significa que vaya a sustituir todos los procesos. Debemos de enfocarnos en qué podemos aportar humanamente, analizar nuestras fortalezas y aplicar la I.A. a nuestro favor. Al pasar de la repetición a la propuesta de valor para nuestros clientes es que continuaremos en esta profesión. Por ello es importante no quedarnos atrás, actualizarnos e implementar con seguridad, pero sin miedo las I.A. en nuestra práctica contable.