Richard Montañez: el inventor de los Cheetos Flaming Hot
Richard Montañez como una persona de escasos recursos tuvo que trabajar muy duro, antes siquiera de pensar en tener un trabajo formal.
¿Qué sería de los mexicanos sin el picante? Es característico de nuestra cultura ponerle chile a todo y por ello son muy populares los sabores de botanas de este tipo. Por ello no debería de sorprendernos que un mexicano inventó los Cheetos Flaming Hot.
Así es, una de las botanas más populares, fue propuesta y capitalizada por un joven hijo de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos. La historia de Richard Montañés no es muy distinta a la de muchos grandes líderes. Es decir, igual que otras y otros grandes empresarios, Montañés también nació en el seno de una familia muy pobre, como es el caso de Jack Ma o Henry Ford. Sin embargo, de la misma manera que a otros grandes líderes, eso no lo detuvo. La historia de Montañez en la empresa de Frito-Lay comienza desde muy abajo, y cuando decimos muy abajo, nos referimos a un puesto básico que muchas veces es pasado por alto.
El inicio de un sueño
Richard Montañez como una persona de escasos recursos tuvo que trabajar muy duro, antes siquiera de pensar en tener un trabajo formal. Su educación llegó hasta el cuarto grado de primaria, en la que tuvo que enfrentar las dificultades que presenta el estudiar en una escuela donde se enseña en un idioma muy distinto al español.
Tuvo que dejar la escuela porque su familia era muy grande y el sueldo de su padre, sus tíos y su abuelo no alcanzaba para mantener a toda la familia. Richard tenía nueve hermanos. Desde que dejó la escuela comenzó trabajando en el campo como su familia, después trabajó en una granja de pollos, y como un segundo empleo lavaba autos en un autolavado. Un día, en el autolavado, un cliente amigo suyo le comentó sobre una vacante como conserje en Frito-Lay, Richard sabía que esa era una gran oportunidad.
Acudió a la cita en la que le pidieron llenar una solicitud en inglés, tuvo que ir hasta la casa de su novia, que años más tarde sería su esposa y la mujer de su vida, para que ella le ayudara a llenar el documento, ya que él no dominaba el idioma y le costaba mucho trabajo escribir. Montañez fue contratado de inmediato.
Pronto llevó la noticia de su nuevo trabajo a su familia, en el que tendría el mejor salario de toda su vida, por lo menos hasta ese momento, seguro social y prestaciones. Su Abuelo le dio unas palabras que marcaría su vida para siempre “haz brillar esos pisos, que sepan que un Montañez lo hizo”. Richard entendió que aún el trabajo más humilde merece todo el esfuerzo a fin de lograr una distinción por excelencia.
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El tiempo pasó y Richard hizo de las palabras de su abuelo su filosofía de vida. Todos los lugares en donde él trabajaba siempre estaban sumamente limpios y con un aroma muy fresco, hizo siempre su mejor trabajo. Hasta que un día después de diez años en la empresa, llegó una oportunidad única.
El accidente que se volvió oportunidad
A principios de la década de los 90’s Frito-Lay no pasaba por la mejor etapa de su vida, así que Roger Enrico, CEO de la empresa en ese momento decidió grabar un video en el que le pedía a los trabajadores pensar en la empresa como si fuera suya, a fin de motivarlos a dar ideas para generar más ganancias. Richard sabía que era su oportunidad así que le pidió a un compañero de ventas que si podía acompañarlo a su recorrido de venta, el compañero aceptó y el sábado siguiente Richard estaba haciendo su recorrido en las tiendas de las zonas latinas. Fue en ese recorrido en el que Montañez advirtió un área de oportunidad.
Richard se dio cuenta que ninguno de los productos de Frito-lay tenían picante, lo cual era poco atractivo para los latinos; unos días después mientras pedía un elote con chile, pensó que tal vez si le ponían ese mismo chile a los Cheetos, podría funcionar.
Tiempo después, al hacer su jornada de trabajo en el turno de la noche, una de las máquinas se descompuso, dejando una gran cantidad de Cheetos sin agregarles sabor. Richard llevó parte de ese producto a su casa, y ahí en la cocina de su esposa comenzó a agregarle distintos chiles y salsas a los Cheetos. Compartió los resultados con compañeros y amigos y todos le dijeron que eran muy buenos, tanto como para volverlo un producto de Frito-Lay.
La primera presentación de Cheetos Flaming Hot
Al día siguiente, sin conocer los protocolos, Richard consiguió, del directorio de la empresa, el teléfono de Roger Enrico, pensando en aquel video que el CEO había grabado tiempo atrás. Luego de la sorpresa que causó la llamada al CEO, éste le dijo que iría al Frito-lay donde Richard trabajaba, que preparara una presentación para su idea.
Cuando el jefe de Richard se enteró que éste había pasado por alto todos los protocolos de la empresa, se molestó mucho, sin embargo, no hubo ninguna sanción. Aunque ahora Richard se encontraba frente a otro problema; no sabía nada de marketing y tenía que presentar una propuesta atractiva para sus nuevos Cheetos.Su esposa lo llevó a la biblioteca pública y ahí pidieron prestado un libro de ventas del que tomaron las ideas principales.
Llegó el día de la presentación y Richard, entre nervios y mucha emoción hizo su trabajo frente a muchos directivos importantes de la empresa. Richard logró impresionar a su público, sobre todo a Roger Enrico. Tanto que le pidió ir con él para comenzar el proyecto de sus nuevos Cheetos Flaming Hot.
Richard Montañez: líder ejemplar
Aunque la historia de Richard no es muy diferente a la de otros grandes empresarios, esta se distingue porque nos demuestra cómo en cualquier lugar se puede hacer una diferencia mientras no se pierda de vista el objetivo. Además de cómo la creatividad es siempre una pieza clave de cara al éxito. Sobre todo, la historia de Richard nos advierte cómo la compañía de las personas que queremos es siempre importante en el camino al éxito.