La vocación de un excelente líder parte de la entrega de resultados sin tener que sacrificar a nadie en el proceso. Para ello es necesario adoptar este papel con la determinación de alejarse del “yo” y crear un “nosotros” sólido, para que el equipo de trabajo evolucione a la par. El tiempo que pasamos en el hogar ya no puede compararse al que le dedicamos al trabajo, por lo que nuestros compañeros de trabajo podrían constituir también una familia en nuestra vida.
Tú, como líder, debes entender que un líder nunca debe ser el foco de atención. Lo propio es que todo líder piense colectivamente: en el nosotros, pues de esa forma todos los integrantes se irán involucrando en nuevas responsabilidades y crecerán sin tener que moverse a otro lugar de trabajo, como es común ver en el ambiente laboral de hoy. Así es como un líder debe ocuparse de construir la confianza de sus trabajadores.
Se trata de educar al equipo bajo este aspecto. En su mayoría, tendemos a trabajar con personas buenas y comprometidas con su visión de trabajo. Entonces la confianza es lo que se encargará de brindar la unión entre ellas. Si hay gente en tu equipo que no te tiene confianza, debes saber qué ocurre con sus percepciones para que no pase eso. Tienes que abrirte mucho a la comunicación y aprender a escuchar a los demás.
En especial tienes que trabajar en el entendimiento a pesar de las diferencias. Es obligatorio dedicar un tiempo para que ante cualquier conflicto exista diálogo y reconciliación, con el propósito de sanar esa ruptura o desacuerdo lo más pronto posible. Si no devuelves la armonía al equipo, en un futuro esto se volverá cada vez más grave y determinante. Es mejor poner acciones en aquello malo para revertirlo y que se elimine, con el fin de depurarlas de todas las cosas buenas.
Resalta tanto lo positivo como negativo, con una apropiada retroalimentación para acercarlos a un estado de mayor confianza que pueda conducirles realmente hacia el éxito trascendente. Pensar en un líder es pensar en un guía experto en persuadir y analizar a los miembros de su equipo, sobre todo a la hora de pensar, crear y construir las funciones que enfrentamos en un trabajo. Entonces, celebra lo que todos han estado haciendo bien y también lo que no se ha hecho mal. Celebra los logros grupales.
Necesitas establecer objetivos comunes y comunicarlos con claridad. Cuando un equipo no está al tanto de ello, no habrá una orientación clara del avance en todos. Así, entonces debes lograr un sentido de pertenencia en tus compañeros. Una misión, visión y valores, son siempre el punto de partida para tener la identidad que brinde la estrategia clave. Un trabajador querrá obtener un propósito, de otra manera la jornada se tratará de un intercambio frío y desapegado de servicios, a cambio de dinero, sin mayor compromiso. Y, ante la mejor oportunidad, se irán sin mirar atrás.
Por otra parte, es importante motivar el sentido de responsabilidad laboral. Brindar continua retroalimentación es primordial, tanto para bien como para mal. De este modo lograrás hacerlos sentir miembros activos de tu equipo. Bajo el mismo sentido, tienes que involucrarlos en la toma de decisiones, que no sea exclusivo de ti o de algunos pocos miembros. Para que sea un trabajo en equipo, con varias mentes a cargo de una respuesta más efectiva e inmediata, a diferencia de cuando actúa una sola persona.
Puedes ser un líder inteligente, que aproveche la diversidad laboral y escuche a todos por igual. Lo peor que puedes hacer es aislarte y escuchar exclusivamente a tus favoritos. Extiende esta práctica constante a todos tus colaboradores, porque tienes en cada uno de ellos, el valor humano necesario, un gran potencial y talento para hacer que funcione el trabajo en equipo. Así incluso mantendrás bajos costos, puesto que las entregas bien organizadas no ocupan tiempo de más: se entrega a tiempo y no existen conflictos entre los puestos. En cambio, ante la ausencia de confianza, no se pide ayuda y existe mucho individualismo, entonces el trabajo tarda mucho más y los malentendidos pululan por doquier.
Hace falta resolver los retos que discutimos y enfrentamos tanto de forma individual como en equipo. Un excelente líder comprende que el equipo tiene acciones interesantes para aportar al quehacer cotidiano. Así, necesita de cooperación, asertividad y comunicación para dar un crecimiento exponencial a las fortalezas laborales. No obstante, también debe tener la suficiente templanza para señalar con tacto las fallas que puedan verse en el camino. Sólo así habrá un crecimiento equitativo y habrá un líder en cada miembro del equipo o familia laboral.
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